COVID-19, Salud Humana y Medioambiente

 

Los autores[1] de este artículo son científic@s que trabajan en diferentes centros de investigación y universidades públicas de Europa y Asia que realizan investigación y divulgación científica en la temática de Océanos y Salud Humana, en el marco de la «Cátedra Océanos y Salud Humana» y el grupo «SeaHealth» de la Universitat de Girona, del grupo «Ecología Planctónica y Salud del Océano» (HOPE) del ICM-CSIC, y del proyecto europeo «Seas, Oceans, and Public Health in Europe» (SOPHIE).

El coronavirus Covid-19 está siendo una experiencia dolorosa pero también nos está proporcionando excelentes lecciones de ciencia. Entre ellas destacaríamos tres:

1. «La salud del Planeta es también nuestra salud». El contagio por coronavirus Covid-19 en humanos puede haberse iniciado a partir del consumo de un mamífero salvaje protegido, en vías de extinción y vendido ilegalmente llamado pangolín[2]. El pangolín se consume en algunos mercados asiáticos como un alimento nada sostenible y se utiliza en remedios médicos no contrastados ni creíbles. Otras hipótesis apuntan a los murciélagos u otros animales como vectores del coronavirus. Diferentes expertos vaticinan que mientras continúen estas prácticas con animales salvajes, habrá nuevas epidemias como la que estamos viviendo[3]. Además, según otros expertos[4], es muy probable que en el futuro nuevos virus puedan proceder de animales de granja como cerdos y pollos, tal y como ya sucedió con la “gripe porcina” en 2009. Las condiciones de hacinamiento que se dan en ciertas granjas industriales pueden facilitar la propagación de virus y otros patógenos.

De cualquier modo, estos hechos ilustran cómo durante los últimos siglos la humanidad ha desafiado la naturaleza explotando y destruyendo hábitats, llevando especies a la extinción y arriesgando tanto la salud de los ecosistemas como la de la propia humanidad. Lamentablemente, el uso insostenible de la naturaleza continúa, lo cual nos acabará pasando factura similar o peor que la causada por el Covid-19. El cambio global está facilitando la expansión de animales fuera de sus hábitats naturales, desequilibrando los ecosistemas y diseminando en algunos casos nuevas enfermedades. La salud del medio ambiente no está al margen de la salud de las personas: son dos caras de la misma moneda. La degradación del medio natural afecta todo el planeta y la humanidad entera. Es urgente adoptar una visión integrada y una gestión global de la salud del medio ambiente y de la humanidad

2. «El coronavirus es lo que pasa cuando ignoras la ciencia». Esta frase, propuesta por un columnista del diario The New York Times[5], es de vital importancia para entender la magnitud de la tragedia. Hace más de 10 años, un trabajo de investigación de la Universidad de Hong Kong realizado en China[6] ya alertó de la posibilidad que algún coronavirus pudiera emerger (y acertó en su predicción). A pesar de los grandes avances científicos del último siglo, aumenta el número de políticos que no creen que el cambio climático sea un problema, que piensan que fumar o beber alcohol no es tan problemático como parece o que los preservativos no son efectivos contra el sida; algunos piensan que la contaminación de las aguas y del aire de las ciudades es “peccata minuta” y otros quieren disminuir las normativas de protección ambiental (o tienen miedo de establecer nuevas medidas). Y convencen a mucha gente. Para luchar contra estas ideas que atentan contra el planeta y la humanidad, debemos acercar más la ciencia a los ciudadanos, y formar así espíritus críticos y libres. La divulgación científica es ahora una gran aliada. Y, evidentemente, hay que invertir mucho más en cultura y en investigación científicas: tras la crisis económica de 2008, se produjeron recortes importantes en los presupuestos de universidades y centros de investigación públicos, también en la sanidad pública. La precariedad laboral de los jóvenes científicos y científicas es ya crónica; se invierte mucho más en gasto militar que en ciencia y, cuando llega el enemigo común (hoy el coronavirus, mañana será otro), nos damos cuenta repentinamente que no estamos lo suficientemente preparados para afrontarlo.

Foto Erizo de Mar de Lluís Mas Blanch

3. «La prevención es tan o más importante que la terapia«. El dinero destinado a la ciencia no se reparte equilibradamente entre las diferentes disciplinas. Se tiende a financiar una investigación que rinda resultados a corto plazo, se prima el tratamiento de la enfermedad y la emergencia, frente a la prevención que va de la mano de la investigación fundamental y de rendimiento a largo plazo. Recientemente un experto en virología del CNRS de Francia[7], se quejaba que la investigación fundamental sobre coronavirus estaba mal financiada. Podemos decir algo similar acerca de la investigación sobre nuestros océanos, bosques, ríos y medio natural en general. Las emisiones de CO2, los plásticos, el cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales son ejemplos que no solo suponen un peligro para la salud de los ecosistemas sino también para la salud de las personas, y que ponen en riesgo los beneficios que un medio natural bien conservado nos aporta en forma de alimentos saludables, nuevas medicinas o la posibilidad de practicar actividades recreativas beneficiosas para la salud física y mental. Se debe dar un mayor apoyo a la conservación de la salud de nuestro planeta, que está intrínsecamente unida a la salud humana.

 

 

Conclusión: La pandemia del COVID-19 evidencia la necesidad improrrogable de conservar el medio ambiente para poder preservar la salud de la humanidad. En este sentido, el estudio y la gestión más natural y sostenible de los ecosistemas marinos es una pieza clave para garantizar que las generaciones presentes y futuras puedan continuar disfrutando de los beneficios para la salud y el bienestar que siempre nos han brindado los mares y océanos desde la cuna de la humanidad.

 

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation: https://theconversation.com/tres-lecciones-cientificas-que-nos-deja-el-coronavirus-135083.

También se puede consultar una versión ampliada en inglés publicada en EuroScientist: https://www.euroscientist.com/coronavirus-covid-19-a-master-science-class/

Cláusula de responsabilidad: Las visiones y opiniones expresadas en este artículo por los autores son a título personal y no reflejan necesariamente la política oficial o la posición de las instituciones por las que trabajan.

 

 

[1] Josep Lloret (Universitat de Girona), Elisa Berdalet (ICM-CSIC), Sam Dupont (University of Gothenburg, CeCAR), Rafael Abós-Herràndiz (ICS, Generalitat de Catalunya), Yonvitner Yonvitner (University of Indonesia), Lora Fleming (University of Exeter)

[2] https://www.nature.com/articles/d41586-020-00548-w

[3] https://www.scientificamerican.com/podcast/episode/covid-19-the-wildlife-trade-and-human-disease/; https://elpais.com/elpais/2020/03/20/opinion/1584697329_308520.html

[4] https://blogs.scientificamerican.com/observations/one-root-cause-of-pandemics-few-people-think-about/

[5] https://www.nytimes.com/2020/03/04/opinion/coronavirus-science.html

[6] Cheung et al. (2007). Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus as an Agent of Emerging and Reemerging Infection. Clinical Microbilogy Reviews 20(4):660–694

[7] http://fdgpierrebe.over-blog.com/2020/03/coronavirus-ou-le-cri-de-colere-de-bruno-canard-chercheur-au-cnrs.html

 


AUTORES:

Josep Lloret (Universitat de Girona), Elisa Berdalet (ICM-CSIC), Sam Dupont (University of Gothenburg, CeCAR), Rafael Abós-Herràndiz (ICS, Generalitat de Catalunya), Yonvitner Yonvitner (University of Indonesia), Lora Fleming (University of Exeter).

Foto de portada de Lluís Mas Blanch