¿Es el efecto dominó o el vuelo de la mariposa?- ¿Tal vez ambos?

D. Lloris

Entre 1715-1771, el controvertido filósofo francés, Claude-Adrien Schweitzer, más conocido como Claude-Adrien Helvétius, escribía: La verdad es una antorcha que luce entre la niebla, sin disiparla. Frase que, en su momento me condujo a intentar desarrollar un breve capítulo sobre cuestiones relacionadas con el concepto de Causa y Efecto (Lloris, 2019). En ese entonces, me encontraba limitado de espacio y decidí volver a esa tarea en otra ocasión. Ahora y aquí también tengo el espacio muy limitado, pero intentaré aportar unas pinceladas más a aquel primer esbozo.

Si acudimos a su definición veremos que nos dice: El principio fundamental para establecer causa y efecto está en demostrar que los efectos observados en un experimento ocurrieron después de la causa, que, en mi opinión, no es tan brillante y válida como parece. En particular, cuando se interpreta aquello que solamente representa un fragmento o parte de un proceso.

De esta definición destacaría dos palabras: experimento y demostrar. La primera limita su verdad al ámbito del laboratorio con los controles necesarios para validar fehacientemente su relación, mientras que demostrar no siempre es posible en un escenario natural, donde las variables implicadas son múltiples y no siempre conocidas, medibles o controlables.

Por mi parte, he de confesar que, con solo pensar en ello, me produce un inquietante vértigo, difícil de sobrellevar, debido a que, mi imaginario, encubre múltiples posibilidades que debo relegar al cajón de las hipótesis, por las dificultades que entrañan.

¿Entonces? ¿Deberíamos pensar que se trata de un principio que empieza y se acaba en sí mismo como el efecto dominó, o se trata de una causa insignificante que forma parte de un proceso de largo recorrido, cuyo origen se desconoce, pero que da lugar a un diversificado entramado de microcausas con un determinado desenlace que, a su vez, genera otros entramados, como ocurre con el efecto mariposa?

Mientras permanezco en esa deriva, no dejo de pensar que lo habitual, es olvidarse de esas minucias y ceñirse a la imagen pragmática que todos tenemos sobre el significado de esos dos términos. Tratar de profundizar en ellos solo ocasiona dolor de cabeza y pérdida de tiempo. No importa tomar decisiones en función de lo que no siempre es certeza, pero, resulta que ahora dispongo de ese precioso tiempo y sigo dándole vueltas.

Para colmo de mi desdicha, en estos días, de obligada reclusión por el covid-19, han caído en mis manos unas lecturas que me han devuelto, como el juego de la oca, a la casilla de entrada. Se trata de una traducción del I Ching por Richard Wilhelm y un proverbio recopilado por George Herbert (1651).

Leo que el I Ching, oráculo que contempla un total de 64 casillas me evocan a los escaques del ajedrez y sorprende su similitud con una matriz de contingencias con sus columnas y filas y, en esencia, con la misma finalidad estadística, cuando se aplica un Análisis de Componentes Principales buscando cuáles, de todos los factores obtenidos en un muestreo, tienen más relevancia. ¡Es fantástico! Los chinos ya trabajaban 3000 años a.c., en cuestiones que el mundo occidental necesitó más de un milenio después en aproximarse a tales procedimientos.

Para comprender el I Ching, es fundamental jugar con el concepto de sincronicidad y lo que solemos denominar como casualidades no son tales, sino que deben considerarse como algo más que una coincidencia de eventos en un espacio y tiempo determinado. Es entonces, cuando se nos muestran aspectos desconocidos relacionados entre sí, como nos dice el proverbio sobre cómo el aleteo de una mariposa puede ocasionar una devastación lejos de donde se originó.

El proverbio encuentra su reflejo en un poema, recopilado por George Herbert, que versifica sobre la muerte del rey inglés Ricardo III, en la batalla de Bosworth Field, en 1485, en el que concluye que por un clavo se perdió un reino.

Por la falta de un clavo fue que la herradura se perdió/ Por la falta de una herradura fue que el caballo se perdió/
Por la falta de un caballo fue que el caballero se perdió/ Por la falta de un caballero fue que la batalla se perdió/ Y así como la batalla, fue que un reino se perdió/ Y todo porque fue un clavo el que faltó.

En ambas formas se ejemplifica la teoría del caos basándose en la cual, cualquier acción u omisión por insignificante e inconexa que parezca, es capaz de alterar a corto, medio o largo plazo cualquier evento que no creeríamos pudiera estar conectado con la causa que lo ocasionó.

Por otro lado, es asombroso conocer cómo se asientan nuestras convicciones, sustentadas por una serie de verdades que en realidad no son más que suposiciones sin más base que la repetición exhaustiva que, en boca de unos y otros, toman carta de naturaleza hasta convertirse en nuestro sostén cotidiano.

Constantemente, en la diversidad de medios de información, nos abordan multitud de expertos que intentan explicar cualquier evento ya sea de carácter social, político o científico y, algunos, incluso, se atreven a vaticinar inminentes futuros y las causas que los originan que casi siempre rondan el alarmismo.

No nos damos cuenta, pero esta forma de explicar el entorno, por cualquier espadachín del lenguaje, nos condiciona y, a la vez, faculta, subliminalmente, para tener una falsa sensación de conocimiento que explique cualquiera de los diversos escenarios que pueden darse ¡Atención! No confundamos probabilidad con certeza.

Lamentablemente, esta forma de comunicar avanza entre nosotros de forma imparable, devaluando el significado y el sentido de las palabras i de las ideas. No se busca la veracidad, se intenta que el discurso emitido importe más en la forma que el contenido. Se trata de encontrar un receptor que lo asuma lo difunda, transformándose, en sí mismo, como causa y efecto inmediato. ¿Aplastará la última pieza del dominó al caer sobre quien originó el primer movimiento de caída?

REFERENCIAS

Herbert, G. 1651. Jacula Prudentum or «Darts of the Wise«. Scholar Select.
Lloris, D. 2019. Anecdotario y vivencias de un Ictiólogo (Anacefaleosis 1971-2018). Ed. Tapa blanda. Amazon, 314 pp.
Wilhelm, R. (Traduc.). 2017. I Ching (Abreviado). El libro de las mutaciones. (Versión rústica en español de 2017). Pocket Edhasa. 360 pp.


AUTOR

Dr. Domingo Lloris, ictiólogo marino con 150 publicaciones, 60 proyectos, 52 campañas al Mediterráneo, Cantábrico, Mauritania, Namibia, Canal Beagle, mar argentino, Chile, Terranova. Pionero en el muestreo a más de 1000 m. de profundidad.

Foto de portada: Alegoría de la combinación del efecto dominó y mariposa, donde se resume la influencia reguladora del río Nilo y sus efectos, en todo el Mediterráneo tras la construcción del embalse de Asuán. [Ref.: D. Lloris, 2019b].